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Hoy me graduó en ser madre etapa infantil. Y he sacado matrícula cum laude. Y no es que yo haya estudiado mucho, es que mi niña, he tenido la mejor maestra que podía existir.. Seis añazos cumples, seis. Ni más ni menos. Seis. Adiós a tu primera infancia. Recuerdo la primera vez que te tomé entre mis brazos, de mi útero a mi pecho, calentita, oliendo a hierro. Ayer. Tan pequeña. Con esos ojos que decían tanto. Esa mirada tan profunda que sigues teniendo.

Y esa sonrisa, la que un poco abrumada y sorprendida dice que siempre va a querer estar conmigo, incluso cuando sea mayor (adolescente) como los primos, y yo sé que es natural que para poder construirte tú tienes que negarnos a nosotros y es genial y quizás hasta tengas razón, y no sea el muermo de madre de adolescente que me visualizo en seis años. Quizás sea así, no porque yo sea molona sino porque tú eres increíble.

Y esa dulzura, la que te dice al oído con un poco de vergüenza que es el mejor día de tu vida (solo por estar juntos), y que eres » la mamá más maravillosa que existe, más buena y más amable y más divertida y gracias por pasar el día conmigo sabiendo todo lo que tienes que hacer».

Y cuando te enfadas. Cuando te enfadas sabes como calmarte, sabes ya preveer que te estás enfadando y pedir tu tiempo y si es explotas, mi  «necesito un abrazo tuyo» funciona casi siempre porque también eres todo amor. Y entonces lloras, porque nunca estás enfadado por lo que crees que lo estás, y eso me lo demuestras cada vez que te enfadas, que siempre hay algo detrás, algo que yo no hubiera podido ver si hubiera recorrido al chantaje, al castigo, al premio, al halago vacío, al no llores que te pones fea y a todos los compañeros del conductismo. Como le dije a tu hermana, enfádate. Al que no le guste, que se aguante. Enfádate mucho. No hay nada de malo en ello..

Y sabes pedir disculpas. Y quizás sabes hacerlo porque nos has visto a nosotros mil veces, porque realmente eso es lo que se oye más en esta casa, no tenemos ninguno miedo de reconocer y reparar nuestros errores. Y es así y tú lo sabes, porque así es el amor incondicional, nos queremos hasta cuando estamos muy enfadadas. Y lo demuestras. En la calma y en la tempestad.

Y ese carácter que tienes, rebelde te dicen a veces, y yo sé que no. Que lo que eres es obediente, si, obediente, que palabra más fea me parecía antes y ya nunca más, tú te obedeces a ti misma, a tus principios y a tus gustos e intereses, tú obedeces a lo que es justo. Pero eso no es ser rebelde, eso es que los demás quieren controlarte, domarte, tomarte de mascota y eso no lo vas a permitir porque te quieres demasié, mi chica y porque lo dice la canción con la que deciste venir y has hecho tuya.  Y eso es lo que más me gusta de ti y es lo que espero conserves en tu niñez y sobre todo en tu adolescencia, que en otro suspiro estará aquí. Sigue siendo auténtica. Sigue siendo amable. Sigue siendo valiente. Sigue siendo tú.

¿Y sabes qué?, de estos años me quedo con que he sabido elegir mis batallas, muy bien elegidas y has crecido saboreando amor incondicional en cada poro de tu piel. Y si mi niña te has llevado algún grito, espero que no te acuerdes, que yo me acordaré siempre y también muchas disculpas, que sé que para ti no hacían falta, pero para mí si lo eran. Y una vez te amenace con regalar tus juguetes ¿te acuerdas? Y me dijiste que te ibas de casa que ya no me querías de madre, te saliste al portal, llamaste al timbre y me dijiste que si te acompañaba en tu viaje. Igual no te acuerdas pero yo sí. Una época oscura en la que casi pierdo la cabeza por la deprivación de sueño pero tú siempre estuviste ahí, con tu sonrisa, con tu sensibilidad y con tu energía. Y con tu amor, tu amor incondicional, también de la hija a la madre.

Porque tu sabes lo que es querer de verdad, tú sabes que amar no es humillar, no es castigar, no es controlar, no es manipular, no es exigir, no es culpabilizar, no es desempoderar, no es someter, no es premiar, no es criticar, no es ser el trofeo de nadie cuando interesa y algo que despreciar cuando no cumple las expectativas imaginadas,  ni por lo más remeto es pegar en base al por tu bien que nace de las disonancias cognitivas o cosas aún peores.Lo sabes muy bien, mi niña

Y ese es el único regalo que hemos podido hacerte, incomparable con todo lo que nos has dado a nosotros.. Tienes raíces y ya empiezan a salirte alas. Tienes muy claro lo que es justo y lo que es injusto, lo que es violencia y lo que es respeto, lo que es amor sano y lo que no.  Y cuando vemos una situación conflictiva y te gustaría intervenir y no te lo permito, mi niña,  eso solo nos retrata a mí como cobarde y a ti como valiente, por eso no entiendes porque no puedes repartir mis tarjetas de los cursos que doy por la calle, «que se apunte a un curso o que haga algo pero así no se trata a los hijos». Creéme que si pudiera estar orgullosa de mi labor maternal sería esto, no repetir patrones y que hayas sentido ese amor incondicional en cada poro de tu piel y tengas tan claro lo que es amor y lo que no lo es, que ni si quiera la supuesta relación de amor entre padre/hijo te confunden. Y no cariño, tienes razón, eso no es amar, al menos no es amar de forma sana.

Y por supuesto no te acordarás de lo mucho que llorabas de bebé y yo pensaba que era un mojón de madre, que no te entendía, que porque los otros bebés en sus cochecitos estaban tranquiles y tu llorabas en mi pecho en el fular. Y alguien dijo las palabras mágicas, «alta demanda» y yo supe que no era una etiqueta sino la forma que tenias de contarme lo mucho que tenías que decirme  . Y empecé a entender que lo que me dolía de tu llanto no eran las palabras que me tenías tú que decir y no sabías como, sino el llanto de otra niña que nunca fue acompañado. Y empecé a dejar de comparar y empecé a agradecer lo mucho que has venido a enseñarme. Y el camino tan planito que has puesto a tus hermanas, porque si, creo que lo mejor que le puede pasar a un niño de alta demanda es tener hermanos y seguidos, porque no, sé que no he estado al 100% de todo lo que tu necesitabas, pero has aprendido a gestionar tu frustración de la forma más natural posible, con esa dicotomía, esa disonancia que nos provoca el » te quiero pero no te soporto ahora mismo» que te da el tener hermanos. Sé que no te he dado todo lo que necesitabas, pero tú sabes y yo sé, que te he dado todo lo que he podido, especialmente este último año, pronto haremos planes solas, te lo prometo.  Y aún así, sé que tú me has aportado mucho más con tu peculiar forma de ver el mundo, de tu mano, con tu risa, con tu mirada.

Ver que la persona en la que te estás convirtiendo mola tantísimo es sin duda alguna, lo más bonito de ser tu madre. Es que no me canso de decírtelo lo que me gusta estar contigo, lo que te disfruto, lo divertida que eres y la persona tan maravillosa y empática en la que te estás convirtiendo. ¿Te acuerdas cuando el otro día pensaste que no te traté muy bien y te fuiste tan enfadada y llegué a la habitación a pedirte disculpas arrastrándome por el suelo haciendo teatrillo y luego haciéndote cosquillas? ¡Cómo te hice reír! Tu risa es un sonido celestial. Disfruto siendo tu madre, verte crecer es el mayor de los regalos, aunque como te he dicho mil veces podemos parar un poquito el tiempo,  y lo hacemos, o lo intentamos.

Porque yo creía que ser tu madre era enseñarte cosas, pero pronto me enseñaste tú a mí que no tenía ni idea de lo que era la vida, ni lo importante, ni lo prioritario y que eras tú la que había venido a educar, a sacar hacia fuera todo lo que yo llevaba dentro, oculto en esa niña interior aplastada por las circunstancias. Cogiste esa niña frágil y me la has devuelto más sabia, más fuerte, con más poder, más capacidad y más compasión. Y ya hasta sabe también educar cuando está enfadada. Y sobre todo me has dado una segunda oportunidad, la de volver a ser una niña feliz a tu lado.

Hoy me graduó en ser madre etapa infantil. Y he sacado matrícula de honor cum laude. Y no es que yo haya estudiado mucho, es que mi niña, he tenido la mejor maestra que podía existir. Has sido feliz y no hemos dañado tu esencia, nos has enseñado a ser tus padres de la mejor forma posible.

Estoy deseando seguir viéndote crecer, hazlo despacito, que sigo teniendo mucho que aprender. Sé que paciencia te sobra, pero a mi me falta tiempo vital.

Feliz vuelta al sol, la siguiente va a ser memorable,  ya lo sabes bien. Feliz cumpleseis princesa, te quiero hasta la luna y el sol, infinito e  infinito y ya sé que tú más, pero yo casi casi te quiero lo mismo.

Casi.

¡Espera un momentito!

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