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Una lectora me escribió este comentario en el post sobre la televisión, se lo agradezco mucho, pues me hizo reflexionar, tanto sobre nuestra forma de criar a las pequeñas, como en mi forma de exponerlo en el blog. Gracias 🙂 Aquí va mi reflexión al respecto

Hola Eva! Felicidades por tu pagina y muchas gracias por tanta información y ayuda que ofreces en este artículo. En realidad, es el primero que leo y no te conozco demasiado y comparo cosas de las que dices y otras no pero me gustaría, sin animo de ofender ni aleccionar, hacerte una reflexion con respecto a la perspectiva de género en las actividades que propones para el cuidado y atención de tus hijas. No pretendo juzgarte ni entrometerme pero en algunas ocasiones, el articulo, respira un cierto aire ‘rosa’, a ver si me explico: parece que lo propio de tus hijas porque son niñas, es que les guste ‘arreglarse’, pintarse, fregar y hacer manualidades y cositas finas y que, en ocasiones y de forma excepcional, jugais ‘a lo bruto’ y de manera más ‘a lo niño’. A mi, una de las cosas que me horroriza de la tele (como de la mayor parte de ambitos de la sociedad) es que perpetua los estereotipos de género y no ayuda en la deconstruccion de roles sexistas. Insisto, no quiero aleccionar ni ofender a nadie, pero como sabes, sus mentes están abiertas y despiertas a captar sobretodo lo que hacemos los mayores. Creo que seria importante para su educación libre integral que no se limiten a reproducir roles y que tanto los nuestros propios como personas adultas, como los que les ofrecemos a ellas, en su condicion de menores, sean lo más libres completos abiertos e inclusivos posibles.Espero que te sirva mi reflexion y te felicito de nuevo por tu labor como mamá como blogera.Un abrazo,


Me ha sorprendido mucho este comentario, porque normalmente me han acusado de lo contrario, por llevarlas sin pendientes y sin ir vestidas de repollo, más bien suelen volver llenas de barro y suciedad y el comentario «tu madre os lleva como un pincel»  no lo han escuchado en su vida. Me importaba tan poco el sexo de mis hijas que no lo conocí hasta que las tuve en mis brazos cuando nacieron. He prestado ropa a futuras mamás de niñas y niños porque la ropa que tenían las pequeñas era totalmente unisex. 

No me había dado cuenta de que puede parecer que lo que escribo en el blog puede ayudar a perpetuar roles sexistas por muchos motivos.

El primero y principal es que en nuestra casa no hay sexismo. Cuando Abril era un bebé, su padre se encargaba de toda la logística y yo daba teta, básicamente no hacía otra cosa, incluso el baño era cosa de él. Saben perfectamente, porque así se lo he explicado, que los meses que he estado de excedencia he dejado mi trabajo para estar con ellas, que me ha compensando cada día, pero que me gusta mucho trabajar y que llegaría un día en el que volvería a hacerlo cuando ellas estuvieran preparadas.Ahora nos turnamos para poder trabajar y que siempre estén cuidadas. Quien está en casa cocina, limpia, tiende y recoge. Cuando vivía en casa de mis padres era igual, el género no influía en el reparto de tareas entre mi hermano y yo. Nunca me había parado a pensar que mis hijas pudieran pensar que fregar era cosa de niñas, supongo que por este motivo, porque su padre friega igual que yo. De hecho ni siquiera me había planteado que, salvo los abuelos y algún retrógrado, alguien pensara así en el s. XXI.

Además yo no suelo proponer mucho, más bien me limito a observar, y de esa observación de sus necesidades y su juego, surgen nuevas actividades -que les planteo muy de vez en cuando-, bien que creo que les pueden gustar, bien sobre algo que necesita desarrollar para evitar frustraciones. Me adapto a ellas lo máximo que puedo.
Asimismo, a la mayoría de los niños  varones que conozco les gusta disfrazarse y los pintacaritas, también les gustan las manualidades, a muchos de ellos les encanta el color rosa. Alguna vez una madre me ha escrito preocupada por esto, como si el color preferido influyera en la tendencia sexual futura. Abril no sólo se disfraza de sirena, sino también de pirata, no sólo construyen brazaletes-joya para sus profes, el otro día construyeron  un hacha y han montado muebles. También hacen pistolas con los legos, tienen un avión de playmobil, juegan a los trenes,… Seguiría, pero me resulta muy raro distinguir que juegos son tradicionalmente de niños y de niñas, porque yo ya de pequeña jugaba con excalestric e indios de juguete. 
Respecto al juego violento, no es en absoluto una excepción, pues entre ellas juegan muchísimo a lo bruto, prácticamente desde que Emma empezó a sentarse con 4 meses. Ha sido un desafío muy grande no intervenir para que no jugaran así, porqué la pequeña no deja de ser un bebé y yo una madre puérpera, pero como se reían a carcajadas tenía que dejar a la dramamamá aparcada en su sitio y dejarlas jugar tranquilas.
Por otro lado, aunque fuera cierto que limpiar es una actividad femenina y yo quisiera impedir que reprodujera ese tipo de roles sexistas, la pedagogía Montessori, que es la que en gran parte guía nuestra crianza, propone actividades de vida práctica para desarrollar una serie de habilidades, tanto mentales (concentración, autonomía, valor del error en el aprendizaje) como físicas (equilibrio, autocontrol, desarrollo de los músculos de las manos, etc.) Por lo que tampoco tendría sentido que impidiera que se pusieran a limpiar la casa o cocinar cuando permite desarrollar tantas habilidades. María Montessori fue una mujer pionera en su época; dudo mucho que pensara que su método pedagógíco contribuye a desarrollar roles sexistas. Lo que más me gusta del Método Montessori es que los pequeños son muy autónomos y saben cuidarse solos, mejor que muchos adultos. Saber cocinar, coser, limpiar y recoger son habilidades que les van a ser útiles todos y cada uno de los días de su vida. Da igual que sean hombres o mujeres, son habilidades para la vida en sociedad. 
Por último, aunque yo pensará que animar a mis hijas disfrazarse y limpiar la casa contribuye a reproducir roles sexistas, como a ellas les gusta, lo seguiría haciendo. Nadie la obliga a maquillarse o disfrazarse, a ella le gusta. Ellas eligen sus aprendizajes,  yo sólo me limito a observar y a guiar cuando es necesario.  A la pequeña le gusta todo lo que hace la mayor, y la mayor empieza a tener necesidad de sociabilización  y a emular a sus amiguitas. Hasta hace nada decía que las princesas eran para salvarlas. Supongo que lo sigue pensando, pero también le gusta sentirse incluída en el grupo social. 
Ante esto yo sólo puedo escuchar lo que
me dice maravillada de su inocencia y predicar con nuestro ejemplo. Inculcarle que son nuestras decisiones las que nos permiten ser libres, que si de mayor quiere ser ama de casa o científica de éxito es su decisión y de nadie más y que sólo ella es quien debe elegir su camino si quiere ser feliz. Animarle a bajar al parque con un tutú rosa si es lo que le gusta y que además se suba a los árboles si es lo que le apetece, aunque se le estropee.
Finalmente me he preguntado si en vez de tener dos niñas, tuviera algún varón cambiaría algo mi forma de hacer las cosas. Supongo que si quisiera llevar una falda o un vestido, me lo tendría que trabajar, pero por supuesto no se lo impediría. Y no, si tuviera un niño, lo haría todo exactamente igual, lo tendría siempre conmigo y le trataría con el cariño, el respeto y la empatía que todo pequeño necesita. Aceptaría sus gustos y preferencias y su temperamento. Y jamás le diría que algo es de chico o algo es de chica. Pues no sólo es algo meramente cultural, sino que además no soy quien para decidirlo y aunque lo fuera, como decía Khalil Gibran «tus hijos no son tus hijos».

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.

¡Espera un momentito!

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