Hoy en el blog hemos querido entrevistar a Santi Moll, que muchos conoceréis del blog Justifica tu Respuesta y si no lo conocéis, no tardéis porque os perderéis un docente excepcional 🙂 El año pasado MA y yo hicimos un curso con él sobre Flipped Classroom y acabamos encantados con él, hoy querido preguntarle sobre su nuevo libro Empantallados. Cómo convivir con hijos digitales (Larousse) y sobre el aprendizaje cooperativo. Si os interesa, la semana que viene le tenemos en Madrid gracias a Educarnos para educar 🙂 ¡no os lo perdáis! Yo aún estoy viendo logística para ir a verle y tomarme un tiempo de autocuidado 🙂

¿Por qué aprendizaje cooperativo?

El aprendizaje cooperativo es un modelo pedagógico centrado en el aprendizaje en grupo, la ayuda mutua y la inclusión de todo el alumnado. Como defensor de la escuela inclusiva, es decir, de la escuela donde todos sus alumnos parten con las misma posibilidades, el aprendizaje cooperativo se convierte en una excelente oportunidad para trabajar la educación en valores, además de fomentar la autonomía y el hecho de que el alumno pueda aprender de otro compañero.

¿Es lo mismo colaborar que cooperar?

Existe una gran confusión entre estos dos términos. Con todo, me gustaría aclarar que no son términos que se contraponen entre ellos, sino que se complementan.

Desde un punto de vista educativo, colaborar significa “trabajar conjuntamente con”, es decir, se fomenta el compañerismo entre compañeros con un nivel de competencia similar. Por tanto, cuando hablamos de colaborar, lo hacemos a partir de grupos de compañeros homogéneos.

Por su parte, cooperar es “mostrar interés por el otro, preocuparse por el otro” y persigue más la amistad que el compañerismo. Esto hace posible que, para cooperar, el nivel de competencia no importe y se pueda trabajar a partir de grupos de compañeros heterogéneos, más diferentes entre sí.

¿Cómo encaja el aprendizaje cooperativo en un sistema educativo tendente a la competencia?

En mi caso soy partidario de encontrar un equilibrio entre lo que denomino la Escuela del Hacer centrada en los resultados y la Escuela del Ser centrada en las personas. La escuela no debería verse como un lugar para competir o para obtener  exclusivamente  buenos  resultados,  sino  que  también  debería   ser capaz de inculcar no solo un saber enciclopédico, sino que el alumno aprenda  a saber ser, a cooperar, a convertirse en un ser social y entienda la diversidad como una oportunidad y no como un problema.

Por tanto, en una sociedad donde prima la competitividad, también hay que dejar un espacio para una escuela como una fuente de satisfacción, donde aprender se vea como una aventura y no una obligación. En definitiva, un espacio excitante, alentador y que sea una superación de la ansiedad, la presión por los resultados y el miedo al fracaso y al error.

¿Es necesario trabajar habilidades previas antes de lanzarse a trabajar en cooperativo?

Como docentes, una de nuestras mayores responsabilidades es la formación continua, es decir, seguir formándonos para dar lo mejor de nosotros mismos en las aulas. Pero, además de una formación continua, creo que es necesario tener en cuenta lo que denomino los cuatro grandes pilares de la educación del siglo XXI y que son: liderazgo en el aula, competencia digital, educación emocional y metodologías activas. Estos cuatro grandes pilares deben convertirse en los cimientos con los que enseñar aspectos tan importantes como el talento, la creatividad o la resolución de problemas de manera creativa, por poner algunos de los retos a los que nos enfrentamos como docentes

¿Cómo se relaciona el aprendizaje cooperativo con el ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos)?

Hay veces que creo que es difícil distinguir ABP y Aprendizaje cooperativo. Ambas son metodologías activas que lo que persiguen es un proceso interactivo que se fundamenta en la comunicación entre estudiante-profesor, estudiante-estudiante y estudiante-medio. Por tanto, ambas metodologías lo que persiguen es fomentar la autonomía, defender la inclusión, trabajar las habilidades sociales, la interacción simultánea y la interdependencia de finalidades, roles y tareas.

Y a la hora de evaluar el proceso, ¿corre la rúbrica el riesgo de ser utilizada de la misma forma que un examen?

Una rúbrica es un instrumento cuya principal finalidad es compartir los criterios de realización de las tareas de aprendizaje y de evaluación con los estudiantes y entre el profesorado. La rúbrica, como guía u hoja de ruta de las tareas, muestra las expectativas que alumnado y profesorado tienen y  comparten sobre una actividad o varias actividades, organizadas en diferentes niveles de cumplimiento o desempeño.

Esto significa que el gran valor de la rúbrica es que el alumno puede participar de manera directa de su proceso de evaluación y del proceso de evaluación de sus compañeros mediante la coevaluación y la autoevaluación. En este  sentido, es importante destacar que lo que persigue la rúbrica es la objetividad con la finalidad de aumentar la retroalimentación y facilitar la comprensión global de un tema o materia.

Por tanto, la rúbrica no viene a sustituir a los exámenes, sino que es un elemento más para evaluar, un instrumento más de evaluación, junto con exámenes, pruebas, trabajos, porfolios…

Santi, hablamos de tu libro, ¿Qué tal la experiencia de publicar?

La publicación de Empantallados. Cómo convivir con hijos digitales, de la Editorial Larousse ha sido una experiencia extraordinaria e inolvidable. Con este libro pensado para padres y educadores he tenido la posibilidad de  trabajar un aspecto que me apasiona y que no es otro que el de la educación digital. Por tanto, aquellos que quieran acercarse a mi libro, espero que encuentren en él una ventana abierta al mundo digital en el que encontrarán desde consejos sobre adicciones, ciberseguridad y ciberacoso, a aspectos como la productividad personal, los estereotipos, la gestión de las redes sociales, la identidad digital o cómo poner límites en el uso de los dispositivos electrónicos a través de la disciplina positiva.

¿Son las pantallas el gran reto de nuestra generación?

En el libro he querido dar en todo momento una visión optimista de las pantallas, de la tecnología. Hay que entender los dispositivos  electrónicos como herramientas y, como herramientas que son, debemos ser responsables del uso que hacemos de ellas, tanto jóvenes como adultos. De ahí que la sociedad debe concienciarse de lo importante que es una buena educación digital tanto en los hogares como en los centros educativos.

¿Crees que la innovación educativa y la gamificación se están centrando demasiado en la tecnología dejando de lado la verdadera materia prima que son los chicos/as?

El concepto de innovación educativa no es un concepto fácil de definir. Lamentablemente, se ha asociado en ocasiones exclusivamente en la tecnología y creo que la innovación es mucho más. Es también esa Escuela del Ser donde se fomenta la participación del alumnado, donde hay espacio para el diálogo, donde los aprendizaje son significativos y donde se tiene en cuenta al alumno a través de la escucha activa y fomentando competencias emocionales tan importantes como la empatía, la asertividad, la resiliencia o la responsabilidad. Y todo ello sin renunciar al valor lúdico de la educación y que tan bien representa la gamificación.

Gracias por todo Santi.