El otro dia compartí este texto en instagram: Luces y sombras.
El domingo hace 12 años que nos casamos y entre que nos casó un alcalde corrupto, que planificamos todo para irnos de vacaciones y que ninguno creemos en el matrimonio no parecía algo muy transcendental.
12 años después sigue sin ser muy transcendental la verdad porque creo que la belleza – y la crudeza- está en lo cotidiano, pero fue un buen momento para parar y relativizar (y para tener una excusa para solicitar cangureo y cogernos un día para celebrar que hemos añadido un año más ). Porque para siempre puede ser una sucesión infinita de hasta mañanas.
Lo que más hemos aprendido no ha sido en las noches de boda, ni en las lunas de miel, no. Los grandes aprendizajes han sido en las noches de divorcio inminente y en las lunas de no te soporto. En las sombras, no en las luces. En el invierno, no la primavera.
Nos casamos cuando iniciaba la primavera y se nos ha hecho difícil recordad que el invierno también tiene su función. La de cuidarse, conocerse, mirar hacia dentro, y finalmente aceptar, desde la compasión no desde la resignación. Desde el amor y no desde el miedo, desde la confianza y no desde el control.
Y desde la esperanza y la certeza de que pase lo que pase me casé con mi mejor amigo y si me descaso será con el mejor compañero, porque hay una gratitud inexpresable de quien te acoge, te valida y te ama incondicionalmente en la más absoluta de tus vulnerabilidades (y en la escatología variada XD).
Quien se sabe (y sufre) todas tus mierdecitas y aún así quiere seguir abrazándote.
Quien te conoce en todas tus caras B, C y hasta la zeta y aún así no quiere huir sino quedarse.
Quien logra ver más allá de las palabras y abraza y acompaña el sufrimiento, aunque duela.
Quien apuesta por la conexión en vez de dejarse llevar por la indulgencia o las luchas de poder o la venganza.
Eso, esa sensación de , es mucho más poderosa que las noches de boda y las lunas de miel.
Gracias vida por las luces y las sombras.
Y seguir regalándonos el mejor presente que existe: seguir respirando.
Y el sushi y las torrijas.
Y los abuelos.
Y el disney+ de los sábados
¿Y tú?