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Hoy tenía que publicar otra cosa, pero se me ha olvidado la cámara en la casita de campo y no puedo hacerlo. Así que voy a enseñaros unas fotos que nos hizo Macho Alfa hace unos días. Me encanta esta época,  y este veroño que hemos tenido en octubre me ha gustado aún más, todo lo bueno del otoño, con una temperatura ideal. Aparte de las fotos, me gustaría lanzar una reflexión, a raíz de un correo que recibí el viernes y la semana tan dura que hemos tenido en VillaTigris, ¿Soy una madre biónica o una simple mamá que hace lo que tiene que hacer? ¿Puro postureo o vida real? La semana pasada fue complicada, Emma ha vuelto a empezar a dormir mal, Abril se puso malita y M.A. tuvo un pico de trabajo importante y yo tenía un SPM que no me aguantaba ni yo. Además, el fin de semana apenas estuve con las niñas porque acudí al Encuentro Montessori, donde aprendí un montón y dí un taller vivencial que me encanto compartir con las familias.

Nuestra vida ya de por si es estresante (nos turnamos a las niñas para trabajar, lo que implica que apenas tenemos relevo y no tenemos tiempo apenas para nosotros, no tenemos ayudas externas y nuestras hijas duermen poco y no están escolarizadas), así que cuando se junta todo, la situación es explosiva.
Y precisamente el jueves exploté, mi explosión la sufrieron mis hijas (por suerte me contuve lo suficiente para no gritarlas, ni tratarlas mal, pero no tenían a la madre jovial y centrada de todos los días), mis amigas (que siempre me sostienen, aunque sea vía audiowasap mientras atendemos a nuestros niños) y sobre todo, mi marido. Se comió la explosión por una chorrada, por una nimiedad, le use de punchingball  y no se lo merecía. Me disculpé varías veces, pero el daño ya estaba hecho.

Después de la tormenta siempre llega la calma: Pasé tiempo con Emma a solas, pasé tiempo con Abril a solas, y lloré mucho, que lo necesitaba. Desde que Emma ha dejado la siesta tengo una congoja constante, no consigo sacar tiempo de calidad a solas con las niñas por separado. Soy incapaz, me resulta imposible, los cuentos de por la noche, único momento en el que las separamos, me parecen harto insuficiente. Desearía dividirme con todas mis fuerzas. Asumir que no puedo hacerlo es de las lecciones más duras que me esta enseñando esta bimaternidad. Y aceptar que Emma va a batir el record femenino de permanecer despierta (el masculino lo tiene un chico muy guapo que yo me sé jiji) me está costando muchísimo.

El fin de semana ha sido maravilloso, tiempo para cada una a solas, tiempo para mí, ¡ y hasta tiempo en pareja (aunque sea un desayuno se agradecen las risas)! Necesitamos tiempo todos juntos y no se me ocurre de donde sacarlo. He pensado hasta volver a cogerme excedencia, pero también me gusta mucho mi trabajo. O quizás tengamos que preveer mejor los picos de trabajo. De momento me he cogido casi todo el mes de diciembre de vacaciones para superar sin conflictos el fin del trimestre, pero mientras decidimos que más hacer, quería hacer una reflexión en voz alta.

 
Soy una mamá normal y corriente, con días malos y días buenos. Con ojeras, pelos locos y la casa más sucia de lo que me gustaría. El lunes se me olvidó una cita para vacunar a Emma y me fuí al trabajo, ¡justo el día que tenía un evento por la noche! con mi uniforme de madre (y playeras de purpurina). Nunca he negado mis imperfecciones, pero muchas veces tengo la impresión  (y así me lo hacéis saber algunos) de que por tener este blog, que es un espacio donde compartir cosas bonitas, parece que soy perfecta y nada más lejos de la realidad.
Mis hijas son intensas y me exigen mucho, hay veces que caigo, pero cada vez que lo hago lo veo como una oportunidad para mejorar, progresar y ser más felices. Cada día que paso con ellas es un regalo, lo siento así, pero algunos días es un regalo más complicado que otros. En los días difíciles, siempre hay alguien que se encarga de recordarme que los días son largos pero los años son cortos. Ojalá todas las madres que me leéis tengáis a alguien a vuestro lado para sosteneros.
He puesto estas fotos a drede, no son fotos fingidas, fuimos muy felices aquella tarde y lo pasamos fenomenal. Yo trabajé por la mañana y necesitaba una siesta, pero disfruté mucho de estar con las pequeñas disfrutando del veroño. Y eso es lo que quiero que salga en el blog, no porque quiera ocultar los días malos, sino porque quiero quedarme con lo positivo. Igual que pongo una foto linda de lactancia pero no de las grietas, o pongo una foto de las niñas abrazadas y no peleándose. Porque la maternidad está llena de luces y de sombras, pero las luces son increíblemente brillantes y es lo que debe guiarnos.
Me quiero centrar en el lado positivo de la vida, ya os lo comenté en el post sobre hermanos. Mi objetivo cuando abrí el blog era compartir cosas con otras madres, actividades, ideas, reflexiones,… En ningún momento me gustaría que nadie se sintiera mal, ni se comparara, pero no sé muy bien porque a veces lo consigo. Me encantaría mejorar en ese aspecto (se agradece feedback), pero mientras, a aquellas personas que lo han vivido así, sólo puedo decirles lo siguiente; Tú eres la mejor madre para tus hijos y yo no soy perfecta, ni quiero serlo, sólo aspiro a ser un poquito mejor cada día. Y comparto mi aprendizaje aquí por muchas razones. Ni soy prepotente, ni intento ocultar la realidad, ni me creo mejor que otras madres. En VillaTigris hay mucho caos, y a veces lágrimas, pero también hay muchas risas, amor y respeto. La vida es eso, momentos muy felices, junto con momentos de mierda peores, y una de las cosas que me gustaría enseñar a las niñas es que de todos, se pueden obtener experiencias positivas. Y me encantaría seguir compartiéndolo con vosotros muchos años.
Gracias por las fotos, M.A., y por sostenernos, siempre.
Las fotos fueron tomadas en Villaviciosa de Odón, en un parquecito que hay al lado del Forestal, que está cerrado ahora mismo por reformas.
Sed muy felices hoy, y no os olvidéis de perdonaros si la fastidiáis en algun momento.

¡Espera un momentito!

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