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¡Buenos días! Hoy voy a tratar de añadir algo de luz a esto que llamamos consecuencias, teniendo en cuenta que para cada persona será una cosa distintas. Desde el típico «Si no haces lo que te digo atente a las consecuencias», hasta las consecuencias lógicas que en realidad son amenazas y castigos. No me gustaría que nadie se ofendiera, porque yo he pasado por muchas fases distintas respecto a este tema. Ahora pienso que cosas que hacía antes eran en realidad castigos y amenazas, pero eso es lo bonito de la crianza, progresar y hacerlo mejor cada día, siguiendo nuestro criterio, nuestro instinto y, sobre todo, escucharnos cuando algo no nos termina de cuadrar o nos chirría y repensar a qué es debido. Tampoco me gustaría que leyerais el post y pensarais: «vaya lío, ahora no sé qué hacer». Pero si eso pasa, fíate de tu instinto que ese rara vez falla, porque lo que os cuento hoy es mi visión y no tiene necesariamente que coincidir con la vuestra.

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Antes de empezar a tratar este tema, me toca aclarar qué es un límite. En un ambiente Montessori hay tres límites: Respetar el ambiente, respetar a los demás y respetarse a uno mismo. Son tres límites sencillos en los que se sostiene la convivencia en la clase. Algo parecido debería suceder en nuestra casa. ¿Qué hacer si los niños transgreden los límites? Nosotros tratamos los limites estableciendo las consecuencias naturales – las consecuencias lógicas pueden ser castigos o no favorecer la conexión por eso no recomendamos su uso, es mejor centrarse en la búsqueda de soluciones-, y actuando con asertividad y respeto. Antes de los tres-cuatro-cinco años es nuestra responsabilidad como padres velar por estos límites hasta que desarrollen su voluntad: Les informaremos de los límites que hemos previsto para ellos. A partir de esa edad – dependiendo de muchos factores y según el contexto de la situación y las características del niño- podemos empezar un proceso de diálogo, establecer y consensuar nuevos límites y normas con ellos en reuniones familiares.

¿Qué es una consecuencia natural? Según la RAE consecuencia es un hecho o acontecimiento que se sigue o resulta de otro. Es decir, si sales a la calle sin abrigo, tienes frío. Si llueve y llevas sandalias, te mojas los pies. Si no te apetece comer la comida que hay, tendrás hambre.

El otro día os contaba que Abril no quería llevar chubasquero, la intercepté en la puerta, le dí mis razones por las que creía que lo debía llevar y me dijo que quería llevar un abrigo de lana. Ir a la moda es lo que tiene XD. Al final llovió y se mojo y me acabó diciendo » pues tenías razón mami». Si hubiera dicho «Te lo dije» se acabó el aprendizaje de la consecuencia para transformarse en… ¡reproche! Tranquilos, que con las niñas intento que no, pero con MA se me escapan a menudo. Pero él me lo perdona todo. Tengo suerte.

Igual alguien piensa que lo hice bien con Abril pero os diré no, me tenía que haber callado, no haber dicho nada, como mucho una afirmación del tipo «Parece que va a llover, yo me voy a poner chubasquero» y callarme. Pero estoy aprendiendo todavía, entrenamiento express para la adolescencia, XD De hecho, intervenir aunque sea para convencer de algo tan obvio para nosotros como es la lluvia, convierte una consecuencia natural en consecuencia lógica…

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Siempre que podamos, es buena idea respetar estas consecuencias, que ellos mismos tengan el poder para decidir sus propios actos. ¿A qué me refiero con siempre que podamos? Pues a que no siempre se puede, siempre que el límite que hemos puesto tenga que ver con su seguridad o salud, el respeto a los demás o al ambiente, tenemos que intervenir. Por ejemplo, cruzar de la mano, lavarse los dientes o pegar a otras personas o animales son límites inquebrantables. En el caso de los niños menores de tres-cuatro años es difícil que los entiendan e interioricen, por eso, en esos casos lo mejor es distraer, jugar, sorprender, redirigir, conectar y echarle imaginación al asunto. Darle la justa importancia y no tomárnoslo como algo personal, porque no lo es.
En estos casos en los que no podemos permitir que experimenten las consecuencias naturales de sus actos es donde entran en juego las consecuencias lógicas. Es decir, hay una intervención del adulto para que no suceda la consecuencia natural, que es muy necesario en situaciones concretas, por seguridad o respeto, como en «si no me das la mano para cruzar, tendré que sujetártela yo fuertemente», «si pegas al perro con un palo, tendré que retirártelo» y «si juegas a la pelota dentro de casa, tendré que guardarla hasta que salgamos a la calle». A veces no tiene sentido tampoco dejarles experimentar las consecuencias naturales porque son muy pequeños para relacionar causa y efecto. «Si no te lavas hoy los dientes, en unas semanas tendrás caries». Es demasiado para un niño pequeño, no puede comprenderlo, lo que no quiere decir que no haya que decírselo, solo que estemos preparados para que no haga lo que nosotros queremos que haga, por muy buenas que sean nuestras intenciones.
En todos y cada uno de estos casos es mejor enfocarse en soluciones. Primero porque es más efectivo: ¿Qué podemos hacer para jugar con el perrito sin hacerle daño? ¿Te gustaría que al cruzar la calle te diera la mano papá o mamá (o cualquier tipo de relación familiar)? Observo que estás jugando con la pelota y la mesa de cristal es frágil, ¿me ayudas a preparar la merienda para salir a la calle cuanto antes y que puedas jugar en el parque?.
Además, pueden ser un castigo. Para que una consecuencia lógica lo sea tiene que cumplir cuatro requisitos esenciales (relacionada, respetuosa, razonable y revelada con anticipación). A diferencia de los castigos, las consecuencias no se centran en imponer a los demás un correctivo sobre su conducta, sino que simplemente se deja que suceda lo que tenga que suceder de forma natural sin intervención adulta o se informa de lo que uno va a hacer con respecto a una situación concreta. Os decía el otro día en RRSS que decir a nuestras criaturas «Si no recoges los juguetes será porque tienes demasiados, así que tendremos que regalar unos pocos» no es una consecuencia lógica, es una amenaza educada, que me lo habéis preguntado ya varias veces.
Con esto no quiero ofender a nadie, que yo cuando Abril era pequeña también lo hacía hasta que me di cuenta que respetuoso, respetuoso no era (y efectivo tampoco XD, por cierto, que el próximo reto será sobre las peleas de los juguetes, lo tengo preparado ya en una libretita, XD).
Antes, yo usaba las consecuencias lógicas como última alternativa en una situación que no admite enfocarse en soluciones por tiempo o imposibilidad en el momento: «Si golpeas a tu hermana con ese juguete, tendré que retirarlo para que no os hagáis daño» en vez de «No os peléis». No siempre tenía tiempo o disponibilidad para hacerlo como me gustaría, todavía no lo tenía interiorizado. Ahora ya sí 🙂 Y tú, podrás también 🙂

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Me preguntaban el otro día qué pasaba si no querían lavarse los dientes, en mi opinión, hay que lavárselos, es una cuestión de su seguridad y es un limite inquebrantable. No podemos permitir que experimenten la consecuencia natural, hay que aplicar consecuencias lógicas o mejor aún enfocarse en soluciones. Es igual que las vacunas si esa ha sido vuestra opción ¿Cómo hacer entender a un niño que tiene que vacunarse? Yo con Abril ahora ya lo tengo fácil, ella lo entiende, aunque no le guste y lo que trabajo con ella es como enfrentarse cada mes a ese momento que no le gusta y le duele. Para los dientes es muy complicado, lo sé porque lo he vivido y probamos de todo: Puedes leer cuentos, ver documentales, hacer tratos, cantar canciones, inventarse historias como que las bacterias hacen caca en sus muelas, pero si nada funciona, toca enfocarnos en la firmeza, acompañando el proceso y su negativa. ¡Es irrespetuoso con su salud no hacerlo! Hay que echarle imaginación e intentarlo hacer lo mejor posible, pero no podemos dejar nuestras responsabilidades de lado porque los niños lloren. Igual que cruzar de la mano. Si quiere cruzar solo un niño pequeño, me anticipo, intentaré que no lloré, jugar, distraer, sorprender, usar el humor… Pero si nada funciona, le cogeré con fuerza para que no se suelte de mi mano o le cogeré en brazos e impediré que se lance a la carretera, porque es justo uno de los casos en los que nuestra obligación como padres no puede permitirles experimentar las consecuencias naturales de sus actos. Y se lo diremos así «Entiendo que estés enfadado y no puedo permitir que cruces solo/ no te laves los dientes/no te pongas las vacunas»… «No te gusta, te sientes obligado, es normal sentirse así, ir atado en el coche es muy molesto y  yo no puedo permitir que te sueltes porque tengo que cuidarte, ¿Qué te parece tener unos juguetes especiales en el coche o grabamos un cd con tus canciones favoritas? ¿qué se te ocurre si no?.

Observo que los padres que queremos hacer las cosas distintas tenemos un buen cacao con las consecuencias, confundimos lógicas y naturales, y lógicas con castigos y amenazas disfrazadas, así que os voy a dar el truco final: Si pronuncias la frase y se te queda un resquemor, te chirría, no te acaba de sonar bien, la has cagado. Es una amenaza o un castigo o ambos. Yo tengo suerte, formo un buen equipo con MA y cuando decíamos algo «poco DP» -como le llamamos nosotros en clave- nos lo hacía saber el otro. En bajito, no delante de las niñas, ellas siempre ven coherencia en nuestros actos. Bueno, no siempre, no os voy a mentir, jiji, pero al menos lo intentamos y las discrepancias las tratamos en privado.
Si esperabais un truco final para convertir a los niños en robot y que hagan todo lo que nosotros queramos, lo siento, no lo tengo. Y además, no lo quiero, porque yo no quiero adultas robot de hijas, quiero hijas con criterio propio y eso pasa por cuestionar los criterios establecidos, especialmente los criterios de sus padres, que son los que más les van a influir estos años (después será el grupo social).

La autonomía es así, un camino largo, difícil, que parece que los demás llegan por atajos cuando tu estás aún saliendo de la casilla de salida, pero la meta merece la pena. Y no lo hacemos por llegar a la meta, ni porque creamos que llegar a cierta meta es mejor o peor, lo hacemos porque lo que importa es el camino hasta llegar allí, lo hacemos porque con todo nuestro ser deseamos ofrecer a estas personitas raíces y alas.

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La autonomía es así, un camino largo, difícil, que parece que los demás llegan por atajos cuando tu estás aún saliendo de la casilla de salida, pero la meta merece la pena. Y no lo hacemos por llegar a la meta, ni porque creamos que llegar a cierta meta es mejor o peor, lo hacemos porque lo que importa es el camino hasta llegar allí, lo hacemos porque con todo nuestro ser deseamos ofrecer a estas personitas raíces y alas.

De todas maneras esto es solo mi opinión, si actúas desde el corazón, nunca te equivocas, es solo aprendizaje. Espero haber aclarado la cosa un poquito. Os espero en los comentarios, me encanta leeros, ojalá pudiera contestaros a todos como os merecéis .

¡Gracias por leer, comentar y compartir!
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