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Sobre los deberes

EN LA SEMANA DE LA SALUD MENTAL, hemos decidido hacer un recordatorio sobre lo que hablamos el año pasado en esta época. Porque el centro escolar es un lugar donde las criaturas pasan mucho, mucho tiempo, por eso es imprescindible que entendamos lo que implican asuntos como los deberes para ellos y ellas.

El año pasado, Miguel y yo escribimos varias newsletters hablando de este asunto y hoy vamos a compartiros por aquí un resumen de ellas.


 

El punto de vista de un profesor

Muchos han sido los temas en los que he pensado, quizás aparezcan todos entre estas líneas o quizás no, no lo sé. Lo que sí tenía claro era que quería hablar como profesor y como alumno porque, para variar, como el año pasado, este año he decidido volver a estudiar a tiempo parcial.

No es un secreto, lo sabéis por Bei, el año pasado me dediqué a estudiar para la oposición de secundaria a la vez que hacía un curso universitario sobre Lengua y Literatura. Y es que, desde que di mis primeras clases en Diversificación, curso en el que el profesor de letras se encarga del ámbito sociolingüistico (Lengua, Literatura, Geografía, Historia, Filosofía e Historia del Arte), me había llamado la atención la especialidad de Lengua y Literatura.

Otra forma de hacerlo

No sé, debe ser que en lo más profundo de mi ser estaba seguro de que había otra forma diferente de impartirla a cómo a mí me llegó en mi secundaria, una forma infinitamente más entretenida que no fuera solo varias lecturas obligatorias e ir a clase para que te contaran el libro de texto hasta que te sangraran los oídos o cortocircuitase tu cerebro, permaneciendo en clase solo como ente físico porque tu alma y tu mente están en una galaxia muy, muy lejana.

Pero al grano, que me despisto; me puse con las oposiciones y he de decir que, aunque el resultado fuera el esperado, pues no iba con la idea de aprobar sino de entrar en un puesto aceptable en la lista de interinos, me quedé triste y con un sabor más agrio que dulce.

No entiendo el sistema de selección, me parece obsoleto, absurdo y excesivamente corto en el tiempo (otras oposiciones a cuerpos de funcionarios con menor responsabilidad pueden llegar a realizar exámenes diversos durante todo un año).

Por no hablar del sistema de corrección, que no tiene pies ni cabeza, siendo otros profesores de secundaria los que evalúan mis conocimientos en una materia que puede no ser su especialidad. Yo soy de Historia, y por muchos años que lleve impartiendo también Geografía, no me siento capacitado para corregir el tema de un opositor que se presenta con su título universitario de geógrafo… Vamos, todo un despropósito.

Autocrítica

No me lío más, que va a parecer que estoy resentido. Lo estuve (y mucho), pero al final no hay otro responsable que yo mismo y lo que yo hice para prepararme el examen, que la autocrítica también cabe hoy, bueno, hoy y siempre.

Sin autocrítica no estaría convencido de que soy muy bueno en mi trabajo (medallita!!).

Pues bien, este año he seguido estudiando y he decidido retomar el máster de Historia Contemporánea que abandoné antes de que naciera Abril.

No era mi momento, se me hizo la vida bola y decidí abandonar, porque no me sentía capaz.

Este verano he ido dando forma a la idea y he decidido probar de nuevo, ya os contaré, porque lo que sí ha sido un golpe duro para mí ha sido volver a la universidad más de diez años después de forma presencial… Me llamaron señor en la cola de secretaría y el primer día de clase uno de mis futuros compañeros me trató de usted antes de empezar… Todavía estoy deprimido. ¡Carajo! Tengo otros veinte compañeros en el máster a los que yo, perfectamente, hubiera podido dar clase en sus respectivas secundarias y bachilleratos…

Con todo, he visto a los de primer año con ilusión y miedo, y he recordado cuando me tocó a mí (la foto de mi expediente me lo sigue recordando cada vez que abro la app del carnet de la biblioteca) y lo que me costó llegar, porque lo que era brillar académicamente, en secundaria no brillaba mucho.

Ahora he entendido muchas cosas, he conseguido encajar algunas piezas del puzzle sabiendo que tengo TDAH, y lo difícil que ha sido para mí recorrer este camino totalmente invisibilizado o etiquetado con el cartel de “No se toma nada en serio”. Y me pregunto: ¿cuántos de esos nuevos estudiantes de primero han llegado en las mismas condiciones en las que yo lo hice? ¿Y cuántos no han podido llegar porque no se les ha visto?

¿Se puede?

Ahora me diréis: “No hay formación”, “los profesores no tienen medios”, “la administración no ayuda” y un largo blablabla. No obstante, desde mi experiencia os diré que todo eso son tiritas, tiritas antes de la herida, para evitar una responsabilidad que los profesores y profesoras sí tenemos. Yo tampoco tenía la formación necesaria cuando empecé. ¡Que hice el CAP!, una castaña de curso de seis meses en el que perdía más el tiempo que aprender, eso sí, lo que aprendí fue oro y se me grabó a fuego, precisamente, de manos de un profesor de Geografía de secundaria, y lo demás fue puro sentido común.

No había que cambiar la mirada, había que ver, había que observar y, en consecuencia, adaptar todas mis herramientas al ritmo de aprendizaje de los alumnos y alumnas.

Acepté, sin saberlo, una forma de trabajar con la que acompañaba en el aprendizaje y guiaba a mis alumnos. Luego llegó Montessori; aprendí que si un alumno se perdía en clase, quizás era bueno buscar con él o ella su sitio, colaborar o adaptar el examen (cortándolo por preguntas en sobres separados o realizando diferentes pruebas en días distintos para asegurar un máximo de concentración y un mínimo de estrés). Luego llegó la formación y entender qué eran las dificultades de aprendizaje y que yo había estado haciendo adaptaciones sin ser consciente. «Leñe», que diría una abuela, he estado haciendo ABJ y me entero ahora, después de algún curso y otro máster sobre ludificación e innovación, en el que también estoy metido (larga historia, os la cuento en otro momento).

En resumen: 

No he cambiado la mirada, eso siempre me ha acompañado, he tenido que invertir tiempo en ver, observar y comprender. Estoy seguro de que quienes nos dedicamos a la educación tenemos esas herramientas de forma innata, solo tenemos que vencer el orgullo y ser humildes para reconocer tres cosas: primero, que no lo sabemos todo; segundo, que del alumnado podemos aprender mucho si dejamos que se expresen y sean; y tercero, que necesitamos formación y estructurar todo ese sentido común que aplicamos en el día a día.

Y como alumno

Como alumno, estoy convencido de que hubiera agradecido que me tratasen así, por desgracia, pocas veces lo encontré, y por eso creo que me dedico a esto, para ver y dar lo que yo no tuve. Para que, lo poco que yo pueda influir, haga sentir a mi alumnado el valor que tienen, imaginad si en vez de uno fueramos todas y todos los que viéramos.

Espero que estas palabras os resuenen para bien, que acaba de empezar el curso y ya he visto las cosas muy negras. Estamos a tiempo de revertir la situación y de acompañar a nuestros alumnos y alumnas como se merecen. 

Nada más, espero que os llegue el mensaje con el mismo cariño que lo he escrito, sin juicios, con responsabilidad. Porque un docente puede cambiarlo todo.

MA

Otro punto de vista

El otro día, mientras por aquí hablaba Miguel sobre su visión como profe dentro del sistema sobre la educación y la atención (a la diversidad) del alumnado, yo lanzaba una bomba en Instagram, tal que así:

Dicen que los deberes son indispensables, otras personas piensan que no sirven para nada. Nosotros pensamos que los deberes -obligatorios y estandarizados- sí sirven para algo:

  • Sirven para crear brechas entre el alumnado e impedir la equidad necesaria en la escuela.
  • Sirven para generar estrés y ansiedad en vez de favorecer la creación de espacios seguros de aprendizaje.
  • Sirven para promover la desconexión en las relaciones familiares y monopolizar el tiempo de ocio.
  • Sirven para interiorizar que el juego y el tiempo libre son una pérdida de tiempo y absorber la idea de productividad.
  • Sirven para reducir el tiempo de actividad física y las oportunidades de disfrutar de la naturaleza.
  • Sirven para normalizar que actividades como el arte, el baile o la música no importan mucho, solo lo académico.
  • Sirven para disminuir la curiosidad en favor de tareas repetitivas y estandarizadas que perjudican el aprendizaje significativo.
  • Sirven para que el alumnado normalice las horas extras después de una jornada de trabajo y asimilen la precariedad laboral cuando sean adultos.
  • Sirven para prepararlos para el capitalismo, amigos.

Hoy (fue el otro día) es el día de la salud mental y he visto cientos de mensajes sobre la salud mental en personas adultas.

¿Y en la infancia y la adolescencia?

¿Sabemos el impacto que tiene la presión académica en su salud mental actual?, ¿y en la futura? ¿La ansiedad y el estrés que supone en un momento vulnerable?

¿Para qué perpetuar algo que «toda la vida se ha hecho así» cuando realmente no tenemos certezas de que mejore el aprendizaje en primaria (y es discutible en la ESO)?

Yo no tuve nunca ningún problema con los deberes, mis capacidades estaban adaptadas a lo que el sistema exigía. Así que no, esta publicación no nace del rencor, nace de la necesidad de justicia, porque los deberes aumentan la, ya de por sí enorme, brecha entre estudiantes, para muchos de ellos, mina su autoestima, en ocasiones de por vida. Alumnado con TDAH, ACI, TEA o dislexia puede sufrir un calvario.

Calvario en un sitio que debería ser seguro.

Calvario, en muchas ocasiones, en el único lugar con posibilidad de ser un espacio seguro porque viven en hogares, pero no en CASA.

En un país con una de las tasas más altas de horas de deberes y también de fracaso escolar, ojalá podamos reflexionar, sobre todo, sobre qué necesitan nuestros estudiantes.

Dije que no iba a hablar más del tema, por mi propia salud mental, pero he recibido mensajes realmente espeluznantes sobre las horas de deberes que tienen algunos peques. A veces toca mojarse.

También muchos que me llenan de esperanza, escuela pública que no manda deberes, y el alumnado, por supuesto, aprende, y lo hace mucho mejor. Con más curiosidad y más confianza, ojalá pronto sean la norma y no la excepción.

Este fue el mensaje.

¡Boom!

Pensé que igual se liaba parda, pero no fue así, y eso me hace muy feliz porque vamos avanzando en estos procesos reflexivos. Hace unos años, cuando decíamos algo parecido, nos caía la del pulpo, ahora, hay voces en contra, pero son menos y menos agresivas.

Bueno, le he preguntado a chatGPT (una inteligencia artificial que se lanzó hace pocos meses) por las ventajas de los deberes. Y, entre las supuestas bondades de los deberes, figuran estas:

  1. Refuerzo del aprendizaje.
  2. Desarrollo de habilidades de autodisciplina.
  3. Fomento de la responsabilidad.
  4. Práctica independiente.
  5. Personalización del aprendizaje.
  6. Comunicación entre padres y maestros.
  7. Preparación para la vida laboral.
  8. Revisión y retroalimentación.
  9. Refuerzo de la responsabilidad y la organización.
  10. Ampliación de la comprensión.

En la próxima newsletter vamos a reflexionar sobre cada uno de los ítems, como pueden llevarse a cabo sin menoscabar el principio de equidad que debería regir en la escuela pública.

No estaba previsto, la verdad, pero es que hemos recibido testimonios tan terribles de criaturas de 7 años haciendo dos horas de deberes que, de corazón, pienso que nos toca reflexionar un poco.

Hay personas que después de esta news nos van a dejar de seguir, y está bien. Si en algún momento surgen la curiosidad o la incertidumbre, el libro «El mito de los deberes», de Alfie Kohn, os podrá dar respuestas basadas en evidencia científica.

alternativa deberes

CONTINUACIÓN

Y ya son muchos años llevándome disgustos por este tema (llevándomelos yo, como MA tiene clarísima su postura se la resbala bastante XD) y yo he decidido no hablar de ello.

Porque los deberes son uno de los dogmas más grandes del sistema educativo. En una mezcla de «esto se ha hecho siempre así » y un poquito de orgullo herido.

Lo único bueno del Máster de Secundaria a diferencia del antiguo CAP es que tiene una parte importante de investigación (al menos en el mío) y claro, a poco que empieces a revisar literatura científica te va a ser difícil encontrar pruebas de que los deberes mejoran el aprendizaje (como mucho, en los cursos superiores de secundaria).

Pero, lo que sí está claro es que empeoran la equidad (porque no es lo mismo que tus padres puedan y sepan acompañarte en las tareas, a que estés al cuidado de otra persona con menos tiempo o formación, o que tengas que ayudar en casa o cuidar de tus hermanos, o que simplemente, estés intentando sobrevivir, o mil casuísticas más).

Y, sea como sea, son una interferencia brutal en el tiempo libre de nuestras criaturas y el tiempo de ocio disponible.

Publiqué este texto el otro día con un vídeo, en el día internacional de la dislexia. Si no hay evidencia de que los deberes estandarizados y repetitivos mejoren el aprendizaje, en personitas con dislexia son terribles.

Si en el cole lo pasan mal, ni siquiera pueden sentirse seguros en casa, y esto, cualquier puede darse cuenta, es un verdadero infierno.

Y repetir por repetir, sin ir a la raíz del problema es directamente un sinsentido.

No, no creemos en los deberes.

Y yo de pequeña era DEBERES-LOVER y Miguel DEBERES-HATER y los dos, cada uno desde un lugar diferente, hemos arrastrado la lacra del sistema educativo que padecimos, hasta hoy.

Como te contábamos el otro día, preguntamos a chatGPT por las ventajas de los deberes. Y, entre las supuestas bondades, figuran estas:

  1. Refuerzo del aprendizaje.
  2. Desarrollo de habilidades de autodisciplina.
  3. Fomento de la responsabilidad.
  4. Práctica independiente.
  5. Personalización del aprendizaje.
  6. Comunicación entre padres y maestros.
  7. Preparación para la vida laboral.
  8. Revisión y retroalimentación.
  9. Refuerzo de la responsabilidad y la organización.
  10. Ampliación de la comprensión.

Y juntos vamos a reflexionar sobre cómo poder llevar a cabo estos beneficios sin menoscabar la equidad en la escuela.

Pero antes, tenemos que confesar que tenemos una diferencia de opinión, no ideológica, sino jurídica.

En mi opinión, Bei, las tareas fuera del horario escolar vulneran el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño y la Niña:

Artículo 31. Todos los chicos y chicas tienen derecho al descanso, al ocio, al juego y a las actividades recreativas adecuadas a su edad. Tienen derecho a participar libremente en la vida cultural y artística. El Estado debe respetar y promocionar este derecho.

Como España está adherida desde los 90 y, según la Constitución española (Art 96 CE) un tratado internacional ratificado -como la Convención- es sí o sí, parte integrante del ordenamiento jurídico, la autonomía de los centros nunca puede menoscabar estos mínimos.

Miguel piensa diferente, ya que la LOMLOE no se moja (y las competencias educativas están transferidas a las CCAA),  le parece un argumento pobre que no va llegar a ningún sitio. Y que hay argumentos todavía más poderosos, principalmente el de la equidad.

Bueno, que nos liamos.

ChatGPT nos dio estos argumentos, nosotros hemos añadido en negrita y subrayado la reflexión.

  1. Refuerzo del aprendizaje:

    Los deberes permiten a los estudiantes repasar y consolidar los conceptos y habilidades que han aprendido en clase. La práctica repetida contribuye a la retención del conocimiento, lo que es esencial para el proceso de aprendizaje a largo plazo. Es cierto, y se puede hacer dentro del horario de la asignatura, es importante ajustar tu programación didáctica para que esto sea posible (y no hacer el corta pega que solemos hacer año tras año).

  2. Desarrollo de habilidades de autodisciplina:

    La realización de tareas fuera del horario escolar implica establecer una rutina y cumplir con plazos. Esta autodisciplina es una habilidad valiosa para la vida, ya que los estudiantes aprenden a gestionar su tiempo y responsabilidades de manera efectiva. Lo primero, no todos los estudiantes son iguales (las dificultades de aprendizaje requerirían más seguimiento), y segundo, para que verdaderamente esta autodisciplina pueda realizarse, tienen que existir motivación intrínseca y curiosidad, los deberes repetitivos y estandarizados no lo garantizan.

  3. Fomento de la responsabilidad:

    Los deberes enseñan a los estudiantes a ser responsables de su propio aprendizaje. Asumir la responsabilidad de completar tareas y entregarlas a tiempo es un paso importante hacia la autonomía. Cambiando el modelo educativo, con modelos centrados en el alumnado y no en clases magistrales, es como verdaderamente se puede incentivar esta responsabilidad en su propio aprendizaje. Y sin cambiar el modelo educativo, dentro de nuestra práctica docente, también podemos llevar a cabo ciertas acciones que lo promuevan y sigan garantizando la equidad, como, por ejemplo, el aprendizaje servicio, el aprendizaje colaborativo o incluso el aprendizaje basado en juegos.

  4. Práctica independiente:

    Los deberes brindan la oportunidad de aplicar lo que se ha aprendido de manera independiente. Esto permite a los estudiantes explorar y resolver problemas por sí mismos, lo que es esencial para el desarrollo de habilidades críticas y de resolución de problemas. Siguiendo la línea del punto anterior, otros modelos de aprendizaje en el aula, lejos de las clases tradicionales, permiten la autonomía del alumnado, lo que incide en la responsabilidad por su parte de acercarse al conocimiento de formas diversas, teniendo al docente como guía. Muchas personas piensan que es gracias a los deberes que se preparan nuestros estudiantes para los exámenes, la realidad es que tampoco creemos en los exámenes, pero ya que hay que hacerlos de forma obligatoria, vamos a trabajar esta parte tan importante dentro del horario de la asignatura.

  5. Personalización del aprendizaje:

    Los deberes pueden adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes. Los docentes pueden asignar tareas específicas para abordar las debilidades de un estudiante o proporcionar extensiones para aquellos que deseen profundizar en un tema en particular. Si realmente la práctica de mandar deberes respondiera a esta personalización, no estaríamos escribiendo esto; la realidad es que solamente se hace una personalización (y muy genérica, dogmática e insuficiente) en los casos en los que hay un informe que apoye necesidades especificas de aprendizaje, dejando de lado al alumnado que, por falta de información o recursos, se escapa a los diagnósticos por la sobre saturación del departamento de Orientación (indispensable aumentar el número de orientadores y orientadoras). E igualmente, la personalización fuera del aula no garantiza la equidad.

  6. Comunicación entre padres y maestros:

    Los deberes proporcionan una oportunidad para que los padres sigan de cerca el progreso académico de sus hijos. Esto facilita la comunicación entre el hogar y la escuela y permite a los padres estar al tanto de lo que sus hijos están aprendiendo. Desde que existen numerosas plataformas informáticas que notifican casi al momento sobre cualquier información relacionada con el alumnado dentro del centro, este argumento queda obsoleto. Esto infantilza a los padres, desconfiando de sus propias capacidades de interactuar con sus hijos e hijas. Y, además, los deberes, tampoco garantizan esta comunicación.

  7. Preparación para la vida laboral:

    En el futuro, las personas a menudo deberán completar tareas o proyectos en su vida profesional. Los deberes ayudan a desarrollar habilidades de organización, gestión del tiempo y responsabilidad que son esenciales en el mundo laboral. Estas tareas, tan necesarias, pueden incluirse dentro del horario de la asignatura, dónde puede valorarse efectivamente el progreso, detectar dificultades y buscar soluciones.  

  8. Revisión y retroalimentación:

    Los deberes proporcionan oportunidades para que los docentes evalúen el progreso de los estudiantes y brinden retroalimentación sobre su desempeño. Esta retroalimentación es valiosa para la mejora continua. Solo se puede garantizar la evaluación continua (o cualquier evaluación) cuando tú puedes observar por ti mismo que esto sucede, los deberes en casa no son observables, ni, por tanto, deberían ser medibles.

  1. Refuerzo de la responsabilidad y la organización:

    Los deberes fomentan la responsabilidad y la organización al requerir que los estudiantes planifiquen su tiempo y cumplan con plazos. Estas habilidades son esenciales en la vida cotidiana y en la educación superior, donde los estudiantes deben gestionar sus propios horarios y tareas de manera más independiente. Este es precisamente el objetivo del Bachillerato, preparar a los estudiantes para la educación superior, no debería ser objetivo de la educación secundaria obligatoria, mucho menos de la primaria, y obviamente, no procede en infantil.  

  2. Ampliación de la comprensión:

    Los deberes pueden extender la comprensión de un tema más allá de lo que se puede abordar en el tiempo de clase. Los estudiantes pueden investigar y explorar temas de su interés o profundizar en áreas específicas, lo que fomenta el pensamiento crítico y la curiosidad intelectual. Los deberes repetitivos y estandarizados no fomentan el pensamiento crítico ni la curiosidad intelectual, por supuesto, esa ampliación de conocimientos es muy deseable y se puede atender dentro del horario de clase, y si el alumnado lo desea, se puede proponer, de forma individualizada, un tema a investigar de forma más extensa, tutorizado por el propio docente, siempre garantizando que el alumnado tenga autonomía y libertad para elegir dentro de un tema amplio, dónde quiere poner el foco.

 

En resumen.

Si eres docente y mandas deberes, ojalá puedas observar y conocer a tu alumnado para reflexionar sobre esta práctica y si realmente te parece beneficiosa o la hemos heredado de generaciones precedentes como un dogma.

Dos cosas más:

  • «Yo no mando deberes, solo terminar lo que no han hecho en clase» si esto se repite todos los días, no de forma puntual, son deberes también.
  • Trabajar por proyectos y pedir que niños y niñas muy pequeños investiguen en casa por su cuenta sin tener hábito, destrezas y habilidades, siguen siendo deberes. Y no es lo mismo quién te acompaña en el proceso. De nuevo, volvemos a la equidad.

En ocasiones, la última vez, dentro de la presentación de mi Unidad Didáctica en el proceso de oposiciones, me han argumentado que trabajar de esta manera es imposible si quieres terminar el currículum. De hecho, uno de los miembros del tribunal, se sintió incómodo y cuestionado cuando le dije que, no solo me daba tiempo a terminar el currículum en las asignaturas de Bachillerato que impartía, sino que me sobraron días para repasar y preparar definitivamente el examen de Selectividad y el entorno que se iban a encontrar.

E incluso facilitarles herramientas de autorregulación emocional.

En concreto, en segundo de Bachillerato mandé entre seis y nueve prácticas durante todo el curso, que trabajé primero en clase para que comprendieran la tarea, pudieran preguntar dudas y, posteriormente, darles un plazo amplio para poder presentarlas.

Contaban el 10% de la nota, y quién no las entregó, simplemente no tuvo ese 10%, todo esto recogido en la programación didáctica y revisado el primer día de clase con ellos y ellas. Las notas, que para mí no significan mucho, pero habrá para quién sí lo sean, fueron de un 7 de media en la EBAU y, prácticamente, un 100% de aprobados.

Y esto fue todo lo que mandé en Bachillerato. En mis otras clases de Secundaria, nada más allá de una batería de posibles preguntas para examen, cuya entrega nunca era obligatoria, pero que les ayudaba a prepararse para el examen y preguntar posibles dudas antes del mismo. Hacían proyectos en grupo, siempre dentro del horario de la asignatura, y no tenían porqué ser por escrito, autonomía total.

Y mi acompañamiento para llevarlo a cabo.

Y comparto todo esto para mostrar que otra forma de enseñar es posible, con toda mi humildad y con las mismas ganas con las que empecé a aprender de mi alumnado, y aceptando que cada profesor o profesora tiene sus métodos. No deseamos convencer ni criticar a nadie, solo reflexionar sobre ciertas prácticas (que yo también usé mi primer trimestre laboral, antes de reflexionar e investigar sobre ellas).

En entornos no idílicos se pueden hacer grandes cosas si cambiamos la forma de mirar. O, directamente, miramos.

Nada más, por hoy.

Seguimos en la siguiente newsletter, donde vamos a reflexionar sobre qué podemos hacer las figuras parentales, y por supuesto, buscaremos soluciones y no culpables en un texto que publicamos hace 8 años en una colaboración, y que sigue, por desgracia, siendo igual de actual.

https://educandoenconexion.es/como-fabricar-y-usar-la-caja-de-los/
 

Y entonces, ¿las figuras parentales qué hacemos?

En términos del Círculo de Seguridad Parental, los niños y las niñas (y cualquier persona) tienen dos tipos de necesidades diferenciadas, las de exploración y las de acompañamiento emocional.

Las tareas implican ambos bloques, así que es importante revisarnos mucho para saber qué es nuestro (música de tiburón en terminos del COSP), qué es de nuestro hijo/a y, sobre todo, qué podemos hacer para ser más grandes, más fuertes, más sabios y más bondadosos en cada situación.

Nosotros no damos recetas, buscamos la reflexión, y desde este lugar, queremos proponer estas ideas:

  • Reflexión:

Antes de nada es importante reflexionar sobre cuál es nuestra opinión auténtica. Revisar libros y evidencia puede ayudarte. Igual lo que hemos contado estos días resonaba contigo o quizás tienes tu opinión muy clara, aquí no hemos venido a convencer a nadie. Ojalá te puedas escuchar.

  • Revisión CON TU HIJO/A:

Quizás él o ella no lo vea como un problema. Puedes observar si es así e ir revisando el tema según avance el curso o cursos. Quizás, al principio, le resuelte emocionante o entretenido (para mí, Bei, nunca fue un problema) y esté explorando, y nuestra tarea es acompañar. Estamos a su servicio, lo no significa que estemos por debajo, sino a su lado.

  • Conversación CON SUS DOCENTES:

Si este asunto sí es un problema, podéis compartir vuestras inquietudes con su tutor o tutora, hablando es como se entienden las personas, y podéis llegar a un consenso. Muchos docentes mandan tareas para casa porque se las exigen otras familias, podemos llegar a acuerdos con ellos e ir haciendo un seguimiento a lo largo del curso escolar, siempre desde la perspectiva de nuestra de vivencia como familia, sin enjuiciar el trabajo que hace el docente en su aula. Algunas personas piensas que esto pone en entredicho su autoridad, pero realmente es cooperación escuela-familia, solo estás expresando un mensaje en primera persona.

  • Consecuencias:

La nota de tareas para casa debe estar incluida y especificada en la programación didáctica (es un documento del centro al que el alumnado y sus familias pueden tener acceso). Podéis leerla y asumir ese porcentaje que no va a tener. En primaria, no tiene importancia la nota media. En Secundaria sí, pero el porcentaje no suele ser muy alto. En todo caso, con información, es más fácil tomar decisiones.

  • Acción:

En ocasiones, el docente se toma personal este hecho y hay represalias, es el momento de hablar con dirección, Consejo Escolar o, finalmente, Inspección Educativa. No es lo más habitual, pero en ocasiones, hemos conocido casos así.

  • Aceptar:

Quizás, revisar todo esto sea demasiado para vuestra familia. Y entonces podéis trazar un plan para que no perjudiquen vuestra conexión.

  • Validación emocional:

No es lo mismo que te validen y escuchen sobre algo que para ti es injusto, que te digan que eres vago y un desastre, o que te griten. «Estás agobiado porque tienes hoy muchas tareas, es normal, después de todo el día en el instituto a nadie le apetece seguir trabajando en casa», «Veo que esto es dificil para ti», «No te gusta y te parece injusto». Solo validar, sin querer soluiconar nada.

  • Límites:

¿Cuánto tiempo? El justo y necesario que acordemos diariamente, poner un límite de «vas a hacer deberes durante X tiempo y esto no va a condicionar el resto de tu tarde» (esto variará mucho según el alumno con el que nos encontremos, habrá algunos con mucha hiperexigencia, que podemos trabajar en otros ámbitos, y habrá alumnos con todo lo contrario, con los que quizás sea necesaria otra medida diferente).

¿Con quién? Si es necesario apoyo, podemos decidir quién va a ayudar (dentro de la familia o si fuera necesario, externalizar). Para muchas familias, el apoyo con los deberes es una fuente de conflictos, saber cuándo delegar es importante.

  • Y el juego:

Juegos de mesa, materiales manipulativos (Montessori) y propuestas de investigación pueden marcar la diferencia.

En este enlace os adjuntamos algunos juegos de mesa «educativos» (entrecomillamos educativo porque cualquier juego es educativo, nos referimos a que cultivan ciertas destrezas específicas que se intentan cubrir con los deberes tradicionales) y muchos otros, clasificados no por edad, sino por la capacidad emocional de nuestros hijos e hijas.

  • Y, sobre todo, hacer equipo:

No somos yo (como madre/padre) vs tú (como hijo/a) enfrentándonos por los deberes. Tenemos un frente común (hacer una tarea que consideramos injusta y que nos afecte emocionalmente lo mínimo posible) y juntos trazamos un plan, es decir, juntos búscamos soluciones sobre los deberes, no nos enfrentamos por los deberes. Sea cuál sea la opción elegida, esto puede ser oportunidad de conexión y vínculo o puede ser todo lo contrario, la diferencia la marcas tú como figura parental.

En entornos no idílicos se pueden hacer grandes cosas si cambiamos la forma de mirar. O, directamente, miramos.

Nada más, por hoy. Finalmente en la última NL sobre este tema, os compartiremos un texto que publicamos hace 8 años en una colaboración, y sigue, por desgracia, siendo igual de actual, se llama «Objección de conciencia con los deberes». 

Levantando ampollas, desde 1983, sí.

Y antes de nada, queremos compartir este comentario que nos hizo un papá en redes sociales, que creo que refleja muy bien el sentir de las figuras parentales en el tiempo actual.

Te sigo desde hace años y me encantas.

Pero a veces me da la impresión que para ser padre, ahora, tienes que hacer cursos de profe para compensar las deficiencias de los coles (ratios enormes, con alumnos con necesidades y profes desmotivados), psicólogo, para ponerte en su lugar y acompañarles en multiples necesidades, cocinero-dietético, para darles lo mejor entre tanta mierda, médico-enfermero, si ademas tienen alguna intolerancia o alergia que ha costado diagnosticar… Y además, curar tus heridas para no herirlos a ellos, y por supuesto trabajar, y seguir formándote.

Y todo eso con una sonrisa, para seguir jugando con ellos y no tener la sensación de que el tiempo pasa sin haber estado con ellos de verdad.

Las familias estamos supliendo con creces las deficiencias de la sociedad, me parece a mí.

B

R

A

V

O

Y por supuesto, ¡medallitas para todos! (Para ponérnolas a nosotros mismos, como autoaliento).

alternativa deberes<br />
 

OBJECCIÓN DE CONCIENCIA CON LOS DEBERES PARA SINDEBERES

(Verás que habla de la LOMCE y ahora tenemos la LOMLOE (de momento), y quizás hubiera añadido 8 años después algunos matices, pero hemos querido compartirla tal y como la escribimos en 2015).

María me contactó para que diera mi visión sobre la objeción de conciencia ante los deberes, a raíz de una publicación que hice en redes sociales. Como no soy maestra, aunque tengo formación y experiencia en enseñanza, algunas docentes se ofendieron pues consideraban que me extralimitaba como madre y cuestionaba su trabajo. Por eso, he pedido colaboración para este post a mi marido, que tampoco es maestro, pero sí profesor de secundaria.

No voy a entrar en ningún debate sobre si los deberes son positivos o negativos para los niños, en unos días hablaré de ello, lo único que quiero plantear con esta colaboración es cuál es nuestra función como padres y cuáles son nuestros derechos legales. Aunque no seamos maestros, ambos nos manejamos bien con las leyes educativas, espero que os sea útil esta información.

La LOMCE

La LOMCE establece «el reconocimiento del papel que corresponde a los padres, madres y tutores legales como primeros responsables de la educación de sus hijos”.  Por eso, si por el motivo que sea, como familia, creemos que los deberes son algo negativo para nuestros hijos tenemos la responsabilidad de ser coherentes con nuestros principios y plantearlo en el colegio. No cabe duda de que si nuestra postura moral es contraria a los deberes, pero nuestro hijo es feliz haciéndolos (éste era mi caso de pequeña), no debemos iniciar ninguna acción hasta que él lo pida.

Lo ideal sería pedir una reunión con el tutor o profesor de nuestro hijo en la que le expongamos nuestra creencia, porque siempre habrá opiniones a favor y en contra de los deberes y una batalla dialéctica no sólo no nos conviene, sino que tiene poco sentido. Esta reunión no será para pedir permiso, primero, porque cuando pides permiso te expones a que te digan que no y, segundo, porque no lo necesitamos, pues la patria potestad de nuestros hijos es nuestra, no del colegio.

En esta reunión podremos tratar los siguientes puntos:

1/ El derecho al tiempo libre

La escolarización es obligatoria de los 6 a los 16 años de edad, pero esta obligatoriedad se circunscribe  tan solo a las horas lectivas. En ningún caso se refiere al tiempo libre de los niños, que es, no solo patrimonio de la familia, sino además un derecho de la infancia, que viene recogido tanto en la Constitución como en distintos tratados internacionales. Por eso, tan solo debemos comunicar nuestra elección, por cortesía, al profesor de nuestro hijo.

2/ Influencia en las calificaciones

Puede ocurrir que el profesor nos informe de que nuestra opción puede tener repercusión en las calificaciones de nuestros hijos, en ese caso debemos solicitar la programación didáctica de la/las asignatura/as en la que se establecen los porcentajes que corresponden a trabajo del alumno (y cómo se estipula que es trabajo de casa y que es trabajo de clase).

Debemos recordar que si las calificaciones no se han ajustado a la programación didáctica o son abusivas, siempre podemos reclamarlas en el plazo de tres días.

3/ Los castigos

Por otro lado, hay profesores que pueden imponer castigos a los niños que no traigan los deberes hechos, en ese caso, podemos solicitar el régimen de convivencia del centro, en el que se establecen las posibles sanciones, que normalmente consisten en privación del tiempo de recreo o aumentar la permanencia del alumno en el centro. Las leyes educativas otorgan una potestad sancionadora al docente, pero solo si las acciones son contrarias a las normas de convivencia estipuladas y tienen lugar en el centro educativo. Además, los mismos pediatras se han posicionado en contra de la privación del recreo a los alumnos.

Si nuestro hijo o hija tuvieran algún problema de este tipo, debemos pedir una nueva reunión con el profesor y, si mantiene su postura, se podría solicitar una reunión a Dirección/Jefatura de Estudios, un escrito al Consejo Escolar y si, aún con todo, nada de eso funciona, podemos acudir ante Inspección Educativa.

Finalmente, deberíamos cerrar la reunión con la mayor cordialidad y el deseo de poder tener una relación fluida entre familia y colegio, y manifestando nuestro deseo de colaboración para el resto del curso.

No me gustaría terminar el artículo sin una reflexión final:

¿Merece la pena pasar por esto? ¿Hacer al niño pasar por esta situación?

Desde luego es una cuestión muy personal, y que depende de múltiples factores. Pero, para mí, luchar por lo que creemos justo, aunque suponga ir contracorriente, siempre es positivo. Y por supuesto, les estamos dando una oportunidad de decidir a los chicos, si él o ella quieren hacer deberes para no posicionarse en contra del profesor o la clase, es su elección. Si quieren ser objetores de deberes, los acompañamos y luchamos con ellos. Debemos explicarles los pros y los contras, los riesgos y las ventajas de tomar la decisión, y, sea cual sea, respetarla. Y por supuesto, decirles que pueden cambiar de opinión en cualquier momento.

La autonomía para decidir y el pensamiento crítico son competencias muy positivas a desarrollar, que les valdrán toda la vida, incluso cuando terminen su vida escolar. Como decía María Montessori, ¡seguid al niño! Ellos tienen todas las respuestas.

Por otro lado, a lo mejor resulta que hay más padres y más niños dispuestos a cambiar las cosas, desde el respeto y el diálogo, quizás no estemos tan solos…

“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos conscientes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado jamás”. Margaret Meat.

Hace poco, en una respueta a esta newsletter, me contaron que una niña, de las que siempre hace los deberes, se había dado cuenta de que era injusto y contrario a la convención del niño y la niña (cuando lo vieron en clase) que montó una revolución.

Soy absolutamente fan de estas revoluciones pacíficas e imparables.

¡Gracias por ser parte!

Y con este texto cerramos este «monográfico improvisado», este tema lo tratamos mucho más ampliamente en el curso Acompañar de seis a doce años (abrimos inscripciones una vez al año, normalmente en primavera, ahora no está disponible), tanto para profundizar en lo que hemos compartido todos estos días, como en las necesidades especificas de la etapa y cómo apoyar el aprendizaje escolar de nuestros hijos e hijas desde el material manipulativo y las fábulas científicas.

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Hace dos décadas estudiaba Historia Social del Trabajo en la Uni.

Me gustó tanto y me vine tan arriba que pensé en hacerme sindicalista.

Juventud divino tesoro.

20 años después soy autónoma.

Por algún motivo sigo pagando mi cuota sindical, cada tres meses recibo el recibo y pienso que quizás sea la única autónoma de España que lo hace XD

Un poco de procastinación y un poco de je ne sais quoi tienen la culpa.

Pero hoy no quiero hablarte de mi, quiero hablarte de Sara.

Sara está agotada.

Trabaja cada día de 8 a 17h. Vive cerca, por suerte, pero se tira toda la tarde sin parar en casa, no tiene tiempo para ella.

Sara está agotada.

Y es que cuando llega a su casa, cada tarde, tiene que hacer horas extra de trabajo. A veces le lleva un par de horas, otras más si no le ha cundido la mañana.

Sara está agotada.

A veces Luis se enfada con ella. Le dice que tarda mucho, que es muy lenta, que tiene que ser más productiva y eficiente, pero Sara no sabe cómo hacerlo mejor.

Una vez le pidió ayuda y fue peor, porque acabó poniéndose muy nervioso, le gritó y le dijo que era tonta y torpe. Y Sara se sintió todavía peor.

Sara está agotada.

En el trabajo al menos podía preguntar, pero en casa no. Y además, no tenía un espacio tranquilo, siempre había muchísimo ruido de niños gritando, llorando, jugando…

Sara está agotada.

Antes era un trabajo que le encantaba, pero cada año le han ido exigiendo más y más. Y si no rinde bien, además sabe que tendrá problemas en casa.

Sara está agotada.

Se siente avergonzada e incapaz. Se compara con Sonia, su vecina, que cuando sale del trabajo tiene toda la tarde para descansar, para estar tranquila en casa, para cocinar, para hacer deporte, para apuntarse a clases de cerámica…

Sara está agotada.

¿Qué le dirías a Sara? Para un momento y piensa en cómo se siente Sara. Si te lo preguntas…

Sara no tiene sindicato, Sara no tiene un sitio seguro dónde acudir si le grita Luis.

Sara no puede cambiar de trabajo.

Sara está agotada.

El trabajo de Sara se llama colegio.

Luis es su papá y hace lo que puede. Los deberes le llevan a su propia infancia.

Su profe también hace lo que puede, se siente presionado por todas partes y sus tardes son parecidas.

Y nadie ve que Sara hace lo que puede y no es suficiente. Sara solo tiene 8 años y ha dejado de pintar, jugar y bailar.

Y hay más Saras.

Aunque no es lo mismo ser Sara y tener TDAH o dislexia y que tu padre no pueda ayudarte porque se conecta con la misma mierda que vivió de pequeño mientras lidia con las rutinas de tarde de los otros hermanos.

Que ser Laura y que tus dos figuras parentales sean profes y que puedan acompañarte con todo el cariño del mundo.

Que ser Pablo y que hacer varias extraescolares antes de llegar a casa porque su madre si no, no puede conciliar.

O que ser Jaime y que no hace extraescolares pero le cuida su abuela y pone la tele tan alta que no puede ni concentrarse para leer los enunciados.

O que ser Juan, que tiene dificultades y su familia ha contratado un docente específico para ayudarle en lo que necesite por las tardes, y lo hace desde el juego y el movimiento.

O Sandra, que, con todo su ser, se esfuerza en clase y fuera de ella, los findes trabaja en el negocio de sus padres y todas las tardes cuida de sus hermanos y prepara la cena para todos.

No, no es lo mismo.

La escuela pública tiene que garantizar la equidad.

Esto de los deberes no es una guerra entre familias y profes.

Me encantaría que fuera una coalición familias-profes contra la Administración, al que unos y otros le importamos una mierda.

Hay veces que pienso que hay personas que no necesitan (solo) terapia, sino un sindicato.

Las niñas, niños y adolescentes no tienen.

Mañana es el día de salud mental, ¿qué necesitan nuestros menores?

No tú o yo, no tus hijos o mis hijas, los menores, como colectivo, diverso y maravilloso.

Nos necesitan en coalición.

Está en nuestras manos. Repensemos los deberes.

Gracias por vuestra reflexión,

Bei y Miguel Ángel

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Hoy es el Día Mundial de la salud mental.

Imagina que comparto la historia de una persona que está teniendo dificultades de salud mental en la que cuento su historia con la ansiedad, sus miedos, sus necesidades, sus dificultades y en la que pido más medios, más apoyo, más empatía.

Y recibo una respuesta de este tipo:

«Oye pero también hay que tener en cuenta a la gente que no tiene problema de salud mental y esas personas que si regulan sus propias emociones. Creo que este enfoque solo es para personas que son vagas para levantarse de la cama o están locas»

Me dirías que es imposible, qué que poca empatía.

Plot twist.

La persona es menor de edad.

La causa es la presión escolar.

La petición es repensar los deberes.

La respuesta, literal, es:

«Pero también hay que tener en cuenta esas familias, que acompañan y esos niños que hacen sus deberes con responsabilidad. Creo que este enfoque solo es para familias que odian los deberes y niñxs que tienen NEE»

Y yo, después de muchos años en este ring, flipo.

Es como si alguien me contara que sufre explotación laboral y yo le dijera que que pasa con los trabajadores responsables y la patronal honrada.

O alguien que pide restaurantes con opción sin gluten y yo dijera que que pasa con los que si toman gluten.

O alguien que se queja de que por su zona rural no hay transporte y le digo que que pasa con los que vivimos en Príncipe de Vergara.

Podría seguir y seguir pero me da la impresión de que o no me explico bien por más que lo intente o hay una falta brutal de empatía.

¿Dónde hemos dejado la empatía y la compasión por el otro?

Sobre todo cuando «el otro» es un menor vulnerable.

Ayer una persona comentaba, mientras compartía mi post en sus redes, que menuda turra pegaba cada año con los deberes, y que su hija hacía deberes pero también muchas otras cosas. Y que a ella le gustaba hacer los deberes con ella y ver en qué punto estaba para ayudarla.

Perfecto.

Si los deberes te molan, sigue con los deberes.

Yo no soy antideberes, si a una familia le gusta hacerlos con sus hijos y todos son felices, por mi perfecto, me preocupa cero.

Personalmente, prefiero una partida a un juego de mesa para hacer sumas y restas que una ficha, pero cada uno con sus cadaunadas.

A mí me encanta aprender con ellas y disfruto un montón.

Pero esto no va de ti, ni de mí, va de la colectividad del alumnado de este país.

No es el único comentario así,  y creo que las personas no se dan cuenta de que estamos argumentando desde el privilegio.

Desde el «pues mi hijo lo lleva bien».

Y ya está.

Como si los demás fuéramos vagos.

No lo somos. Y es que, de lo contrario, estamos pisoteando el argumento de la equidad en la escuela.

No todo el mundo tiene el privilegio de pasar las tardes con sus hijos y decidir hacer o no deberes.

¿Que hay  padres y madres que pasan de todo? Por supuesto, yo poco puedo hacer ahí.

Yo estoy poniendo el foco en las infancias.

Las criaturas no tienen la culpa, merecen nuestra protección, como sociedad.

Yo entiendo que estos post puedan molestar al cuerpo docente porque revisar tu propia práctica es dolorosísimo. Lo que me encantaría entender es por qué a las familias que les gusta hacer deberes les molesta que denunciemos sus riesgos para la colectividad del alumnado, no para su hijo/a (todavía) sino para el conjunto.

Yo no me estoy metiendo con las familias que les gustan los deberes.

Yo hablo de revisar la práctica «porque siempre se ha hecho así» de deberes obligatorios, que no respetan el tiempo de las familias y las necesidades de las criaturas.

No hay evidencia clara de ventajas y sí mucha de riesgos.

Y las familias siempre podemos elegir poner nuestros propios deberes, o solicitarlos como extra a sus docentes.

Es el matiz de obligatorio lo que resulta nocivo.

Si es opcional tú puedes elegir. Si es obligatorio, ellos no.

(Spoiler: opcional es siempre, tal y como se refleja en las programaciones didácticas, aunque nos los vendan como obligatorios.)

El año pasado una persona me compartía que la primera vez que me leyó hablar sobre este tema, hace casi diez años, le parecí imbécil. Me decía que me lo dijo suavemente, yo no me acuerdo XD

Porque estaba muy contenta con la ficha que traía su peque en infantil, en la que leían un cuento a la semana. Un momento idílico.

Años después tuvo otro peque y las broncas por sus deberes se oían en todo el vecindario. Fue ahí cuándo entendió que no todas las criaturas son iguales y que lo que es bueno para unas, puede ser un infierno para otras.

Que lo deberes repetitivos, obligatorios y estandarizados no se ajustan a lo que necesita prácticamente nadie en un aula.

Y que, quizás, si hubiera reflexionado antes en vez de pensar que yo decía chorradas, todo hubiera podido ser diferente.

Cero culpas, MEDALLITA. Estamos a tiempo.

Por su salud mental. 

Estamos totalmente a tiempo.

Yo no te pido que dejes de hacer deberes si a tus hijos les encantan, solo deseo que lo injusto no te sea indiferente.

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar»

Martin Niemöller 

Gracias por tu reflexión.

Con cariño,

Bei

¡Espera un momentito!

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