¡Buenos días! Ya os presenté hace un tiempo a Ana Cuesta y su grupo de facebook super molón sobre lecturas infantiles «La biblioteca de los peques». Hoy nos trae su primer post, sobre un libro precioso, El primer paso, de Bob Graham. Os dejo con ella, espero que la dejéis muchos comentarios y le digáis muchas cosas bonitas, que es su primera vez 🙂 ¡Gracias por todo Ana!
En este libro se describe la vida de un barrio en el minuto que tarda un bebé en dar su primer paso, una mañana de otoño.
Dicho así no parece nada impresionante… pero creedme, lo es. Se trata de un minuto mágico que nos hace contener la respiración y volar literalmente como un pájaro, pero captando las emociones y sentimientos de la gente que se nos presenta en primer plano y después empequeñece y parece insignificante a medida que nos alejamos…
Se describe la universalidad de un momento. Nos hace sentir como una pequeña pieza en un gran puzzle, diminutos pero a la vez, enormes.
Con gran ternura y sensibilidad, se da importancia a todos los pequeños detalles, aquellos a los que generalmente no damos valor pero que en realidad son la esencia de la vida: el primer paso de un bebé y el dibujo de una niña, el cariño a un calendario de pared que lleva tres años en el mismo sitio, los juegos de niños (y animales) con nombres propios (los adultos en el cuento, en cambio, no tienen nombre); el abrazo emocionado de madre e hijo, las actividades de pequeños animales, el día a día de una anciana mendiga… Las descripciones, con un lenguaje claro y muy sencillo, nos hacen formar parte de las escenas a través de los cinco sentidos, y nos sitúan de forma precisa en un tiempo y un espacio en movimiento (aunque es un movimiento detenido). Con la vista percibimos múltiples perspectivas, el movimiento de una pluma al caer, del bebé vacilante dando pasos, de la mano de la niña dibujando, de otra niña tirando piedras y palitos conectando varios planos, de los pájaros volando, los barcos navegando, dos perros jugando en la arena de la playa… Vemos la luz del sol, el agua, los múltiples detalles de cada escena… Con el oído, percibimos la dulce melodía de una flauta, la sirena de una ambulancia, los teléfonos sonando… Con el olfato, olemos a pan recién hecho y a mar. Y con el tacto, el sol acaricia nuestra piel; el agua nos salpica, la arena nos roza, sentimos el abrazo de seres queridos…
Y hasta aquí la reseña del libro, pero si os apetece seguir leyendo, os invito a continuar con la descripción página a página.
La primera vez que lo tuve en las manos todavía no se había publicado. Me atrajo ya solo por la portada; de hecho, en ella se perciben algunos de los elementos más destacables de la ilustración de Bob Graham, que después se verán en las páginas del interior: diferentes planos y puntos de vista de una escena cotidiana. Desde una habitación, una puerta abierta nos conduce visualmente a otra estancia, donde una niña pequeña concentrada está dibujando un pato. A su lado, un bebé de pañales se levanta, concentrado también en su acción. Un perro echado en el suelo delante de él le mira por el rabillo del ojo, con las patas flexionadas como dispuesto a levantarse si la ocasión lo requiere. Hay detalles en cada rincón, el ambiente está muy bien definido: un sofá con un osito, una caja por donde asoma un conejito de peluche, ropa tendida, parte de una chimenea apagada con dibujos de los niños colgados (que también hay en la puerta que tenemos abierta delante de nosotros), alguna figura, un muñequito en la repisa de la ventana… A través de esa ventana se ve el exterior, donde una mujer parece ir corriendo con un cochecito de bebé, del que solo se ven los mangos. El sol crea contrastes de luz y sombra.
Al abrir el libro, lo primero que se ve es una simple pluma flotando en el aire, mientras cae. En la segunda página vemos a la misma niña de la portada, y el autor nos explica quién es y qué está haciendo, después de situarnos en el tiempo: “El jueves por la mañana, a las diez menos un minuto, Andrea dibujaba un pato.” Entonces, se detiene a describir el proceso del dibujo: primero un sombrero de copa, el bastón, los botines, los botones… uno, dos y… Pero cuando Andrea está a punto de dibujar el tercer botón, pasamos la página y nos encontramos con la portada interior y con una dedicatoria : “Para Rosie, que me dibujó el pato”.
Aquí es donde empieza realmente la historia. El hermano de Andrea se levanta. Volvemos a ver la habitación de la portada, pero esta vez estamos dentro, lo que nos permite ver que hay una pieza de puzzle en el suelo, al lado del sofá del oso hay una guitarra y un triciclo, en frente de la ropa colgada hay un cochecito de juguete con un koala… A través de la ventana se sigue viendo a la mujer corriendo con la parte de arriba de lo que parece ser un cochecito de bebé.
En las siguientes páginas solo aparece el niño en pañales, y descubrimos que se llama Pablo. Se bambolea, se inclina… “y dio su primer paso. Como si fuera a alguna parte”. La ilustración nos hace un zoom y vemos al bebé enorme y al perro de la portada, mirándole de reojo.
Entonces, el autor vuelve a sacarnos fuera de la habitación, y nos lleva a la misma desde la que estábamos mirando a Pablo y Andrea en la portada del libro. Vemos que se trata de una cocina, donde la madre de los niños toca la flauta. De nuevo la ilustración está plagada de detalles: un libro de música encima de la mesa, un chupete, la correa del perro en el taburete, fotos, juguetes en el suelo, un calendario en la pared…
Seguimos viendo la habitación de Pablo y Andrea (que siguen en la misma posición que en la portada), y a la mujer corriendo en el exterior… y entonces… salimos al exterior, donde la pluma que hemos visto que caía en primer plano en la primera página, se revela como parte de un conjunto: es una paloma anidada la que la deja caer, pasando por delante de la ventana de la habitación donde volvemos a ver a Andrea, Pablo y el perro desde otra perspectiva. Estamos en el jardín. Hay una niña, Alicia, que tira piedras y palitos a través de la verja del jardín contiguo hacia la calle, donde por fin vemos en primer plano a la mujer corriendo con el cochecito y a su bebé.
La ilustración se abre y se descubre toda la calle con multitud de detalles: los jardines de las casas colindantes (seguimos viendo a Alicia tirando piedras y palitos, pero desde fuera) un coche, una bici con un pequeño sidecar detrás con un perrito, una ambulancia que pasa tocando la sirena, varias personas entre las que se destaca a un niño, José Pascano, que “evitaba las juntas de la acera para que los tiburones no lo atraparan”…
Y la pluma sigue cayendo (¿o está suspendida en el aire?) por delante de la ventana donde Pablo da su primer paso mientras el perro lo mira de reojo.
En la siguiente página, vuelve a haber primeros planos de acciones que se desarrollan en esa calle: un niño llamado Diego tiene los cordones de los zapatos desatados “por segunda vez aquella mañana”; un hombre compra pan en la pastelería…
Entonces, pasamos a “una calle más abajo”, donde, también en primer plano, vemos a un soldado despidiéndose de su madre con un abrazo y los ojos cerrados.
En la siguiente página, una gaviota planeando mira hacia abajo. Y vemos la calle de antes a vista de pájaro, dentro de una escena más grande: si nos fijamos muy bien, volvemos a ver a las personas de antes en pequeñito, minúsculas: la señora corriendo con el cochecito, Pablo, Alicia, el soldado y su madre … Pero el texto nos dirige la atención hacia un parque cercano, que vemos en la panorámica. En él, unos niños hacen navegar sus barcos en un pequeño estanque con surtidor, mientras las finas gotas del chorro de agua caen sobre ellos.
De nuevo, la ilustración hace un zoom para centrarse en las escenas que se desarrollan en el parque: en las páginas siguientes vemos en primer plano a un abuelo jugando con su nieta Sofía a crear una casa con hojas secas; a un mirlo que ha encontrado un gusano y a una mujer mayor (una mendiga según vemos en el dibujo, pero que se presenta sencillamente como “una mujer mayor”), que empuja un carrito de la compra con dos bolsas de papel llenas de ropa y objetos. La descripción es dulce, amable, tierna: “una mujer mayor acarreaba todas sus pertenencias en dos bolsas de papel”. Si ahora volvemos a la panorámica anterior, veremos al abuelo, a Sofía, al mirlo y a la anciana en pequeñito, en el parque…
Seguimos con la gaviota, que parece que se encuentra con una bandada de patos, y esos patos, que se dirigen al sur, sobrevuelan la ciudad pasando por delante de la ventana de un hospital donde una mujer acaba de tener un bebé.
Siguiendo a los patos, llegamos a la playa, donde dos niñas (Lea y Sara), juegan con algas, y dos perros (Bimba y Pisco), se sacuden el agua y retozan en la arena. Si nos adentramos en el mar, vemos cómo tres focas observan la playa desde lejos (en pequeñito, muy pequeñito, vemos a las niñas y los perros en la orilla), y cómo los rascacielos siluetean el horizonte. Es hora de hablar de negocios y teléfonos sonando.
En las dos páginas siguientes, vemos a los tres últimos patos volando, saliendo de la página, con el mar a su derecha y a su izquierda otra panorámica de la ciudad, mucho más amplia. Vemos el hospital, el parque, el conjunto residencial donde viven Pablo y Andrea, las azoteas de los edificios… En el texto nos hacen fijarnos en el horizonte: “En la bahía, a lo lejos, un petrolero se dirigía hacia China”.
Y entonces, en la siguiente página… Pablo de nuevo en primer plano, cayendo vacilante sobre sus rodillas rosadas.
Nos encontramos otra vez en la habitación de Andrea y Pablo, pero ahora se muestra desde arriba, como a vista de pájaro. Se presentan los mismos objetos desde otra perspectiva, que nos permite una visión más amplia, y descubrimos una enorme estantería llena de libros que antes no había aparecido. Las personas han cambiado de posición. Pablo, del que vemos la espalda, está con las manitas y las piernas en el suelo; Andrea mira hacia la puerta; el perro está de pie en otro lugar… Y entonces, por primera vez, un personaje nos deja oír su voz: Andrea llama a su madre: “¡Pablo acaba de dar su primer paso!”. Y dibuja el tercer botón de los botines del pato. Es la última acción que nos presenta el texto. Pero en las imágenes, vemos a la madre venir corriendo, y en la página siguiente abraza emocionada a su bebé.
“El sol entraba a raudales por la ventana y en el reloj de la cocina daban las diez”.
Y, en la página siguiente, la pluma toca el suelo.
«El primer paso», de Bob Graham. Editorial Juventud. Recomendado «oficialmente» para mayores de 4 años. ISBN 978-84-261-4213-9
Estupendo debut, Ana. Viniendo de ti, ya sabía que iba a ser genial. Esperando con ganas el siguiente post :-).
Muchas gracias Ana. Tu trabajo siempre increíble. Un besito.
Me ha encantado gracias!! Me he sentido dentro del libro…. Genial 😉
Me ha gustado mucho la reseña, parece que lo estuviera leyendo. Gracias Ana.
A mi hija le encantan los cuentos desde q era un bebé, una pena q no tenga facebook y no pueda echar una ojeada al grupo de La biblioteca de los peques. Pero bueno, así cojo con más ganas el siguiente post 😉
Muy bonito Ana, la reseña te invita ha leer el libro, ya tengo ganas de tenerlo en mis manos. Mil gracias por tus palabras y esperando el siguiente post, saludos.
Gracias por visualizarnos este precioso libro, Ana. ¡¡Una delicia!! Gracias por tu pasión, tu dedicación, tu esfuerzo… el grupo de La Biblioteca de los peques es el máximo exponente del mejor uso que se puede hacer de una red social. Eternamente agradecida. <3
Wow, Ana!! Qué detallista al analizar el libro! Me encanta el trabajo que haces en el grupo de los peques y, por supuesto, una genial reseña! Enhorabuena!
Muchas gracias por vuestros comentarios, Ana es una genia 🙂 Besotes!
Que reseña tan emocinante. Inspira.
Gracias Ana Cuesta, por esto y por el grupo de La biblioteca de los peques, que ha hecho nuestra peque-biblio de casa un poco mas grande y nuestra lista de deseos literarios interminable.
Bei, gracias también a ti por compartir. Y felicidades!
¡Qué gran reseña, Ana!
No conocía el libro pero la semana que viene sin duda alguna lo busco en la biblioteca.
Qué preciosidad de libro Ana! E increíble reseña! Eres una crack. Bsos
Sigo el grupo de Facebook, aunq escribo poquísimo, es fuente de inspiración para la biblioteca de mi hija.
Este cuento me lo apunto!
Preciosa reseña!!
Carmen